Hace ya dos siglos que el hombre moderno ha conquistado su libertad: la libertad de escoger sus propias normas y de conocer el mundo sin preocuparse demasiado por aquello que dijeron los antiguos. Pero ¿acaso no habrá que pagar un precio por esta libertad? Y si el hombre moderno quiere conservarla, ¿acaso no deberá renunciar a ciertos valores comunes, a la vida en sociedad, a su yo coherente y responsable? Entonces, ¿qué hacer? Varias estrategias se han adoptado frente a esta cruel alternativa. La de los humanistas consiste en conservar esa preciosa libertad sin abandonar, por otra parte, los valores, la sociedad y el yo. Ése es, por lo menos, su parecer, el que expone este libro basándose en el pensamiento de los grandes humanistas franceses, de Montaigne a Constant pasando por Rousseau.

Resistir al mal sin tomarse por la encarnación del bien. Ésta es la propuesta que el búlgaro Todorov (1939) lanza en estas páginas dedicadas a buscar lo mejor y lo peor, lo definitorio, del siglo XX. Como no podía ser menos, Todorov caracteriza la centura ida por el combate entre democracia y totalitarismo, y resalta la victoria de la primera. No obstante, advierte sobre algunos de los peligros que acechan en el interior de los regímenes democráticos, entre los que destaca la deriva instrumental, de la que es paradigma la ciega loa del mercado. Todorov combina sus reflexiones humanistas con la recreación de algunas vidas "enfrentadas al mal": Vassili Grossman y su resistencia al estalinismo y David Rousset y su denuncia de los campos aún existentes tras la caída del nazismo.